
Una pequeña introducción
Siempre cuando escribo un post, una entrada en mi blog, acostumbro a sentarme delante del ordenador y con la idea central de lo que quiero contar en mi cabeza , no necesito borradores. Si tengo claro lo que quiero transmitir, escribo lo que viene a mi mente sobre el tema y las ideas fluyen y fluyen y yo las voy plasmando en la pantalla. No me gusta escribir largas entradas, procuro resumir y concretar en las menos palabras posibles mis pensamientos.
Pero todo esto que tengo hoy revoloteando en mi cabeza desde hace dos días me va a ser muy difícil plasmarlo en treinta o cuarenta renglones y de antemano os pido disculpas si me paso y os aburro pero para mi es una entrada importante y me gustaría, solo esta vez os lo pido, que la leyerais entera y si es posible que la divulgarais. No es ego os lo prometo, esta vez mi gran ego está dormidito y procuraré no despertarlo.
Para los que no me conocéis me voy a presentar: me llamo Lola Ródenas, tengo 80 años, el 16 del mes que viene 81, separada y ya viuda, cuatro hijos y una nieta. Una buena genética que me ha concedido la naturaleza me permite poder jugar al tenis dos veces por semana y hacer pilates con gente joven otros dos días a la semana. La juventud que no tengo ni en mi cuerpo ni en mi cara la tengo dentro de mi. Las ganas de vivir me acompañan aunque mi vida haya estado llena de episodios dolorosos que me han hecho sufrir a tope. A tope y durante muchos años. He tenido dos depresiones fuertes y muchos episodios de ansiedad en cuanto he visto la linea roja de peligro en mi vida.
Y aún así me gusta la vida aunque no me guste la torpeza y la ignorancia de mucho de lo que me rodea. No creáis que soy una ancianita jovial, tonta y espiritual pues para nada soy así. Vivo en el mundo que vivo con todas sus consecuencias y soy muy consciente del momento que me ha tocado vivir. En muchos aspectos estoy fuera de mi generación, lejos de ella, y me entiendo mucho mejor con la juventud de ahora porque hablamos , en general, el mismo idioma.
Sé que sería mucho más fácil para mí no salirme de mi “zona de confort” pero no puedo remediar el ser una persona inquieta, curiosa y valiente y en cuanto se me presenta la oportunidad doy el salto al vacío, a lo desconocido, y me adentro en laberintos oscuros sin pensarlo; esto me ocurre porque mi meta es aprender, saber, investigar, conocer, y no me queda mucho tiempo ya para hacerlo y tengo que aprovecharlo.
Necesito saber antes de irme, adonde me voy a ir, para qué estoy aquí, de donde vengo, quién soy en realidad, quién me ha traído hasta aquí, que es lo que espera y si he cumplido sus expectativas . Y si no me ha puesto nadie y he llegado a la tierra porque el espermatozoide de mi padre acertó a penetrar el óvulo de mi madre, quiero saber si solo he nacido para perpetuar esta raza tan devaluada. Que difícil que me muera con respuestas, que difícil. Pero yo lo voy a intentar hasta el fin de mis días…. Difícil pero posible, es lo que pienso, si los sabios científicos aciertan pronto y sus teorías dejan de serlo.
Pues ahora que me conocéis un poco mejor me voy a centrar en mi maravillosa experiencia.
Jamás en mi vida se había cruzado en mi camino la palabra “Ayahuasca” hasta hace dos años que me la nombró un hijo mio con problemas sin resolver. Me dijo que era una planta sagrada de la medicina tradicional indígena y que con esa medicina donada por un Chamán de la selva (Mi hijo vivía entonces en Brasil) pensaba resolver su vida. Lo hizo y efectivamente le fue muy bien. No voy a hablar ni contar nada de nadie en esta entrada que no sea lo que yo he experimentado, pero en resumidas cuentas ese fue mi primer contacto con la medicina.
He investigado sobre esto durante estos años, he leído, he visto vídeos, prensa especializada, opiniones de médicos, experiencias de personas que la han tomado y siempre pensaba que me gustaría probarla pero sin realmente pasar por mi mente que pudiera llegar el momento de hacerlo y mira por donde cuando menos me lo esperaba… ¡zas!: hace como un mes leo en facebook que la organización Ayahuasca Internacional está haciendo una gira por toda Europa y que en España una de las ciudades donde se hará la ceremonia será en Alicante. ¡No me lo puedo creer! , fue lo que pensé y me puse manos a la obra. Escribí enseguida pidiendo información y después de recibirla y sin pensarlo más volví a escribir diciéndoles que contaran conmigo. No tenía miedo pero sí mucho respeto a la planta y sus efectos, pero fueron más fuertes mis ganas de explorar que posiblemente mi sensatez y volví a dar un paso hacia lo desconocido dejando atrás mi “zona de confort” y lanzándome al vacío.
Mi experiencia del Retiro con dos tomas de Ayahuasca
Llegué sobre las seis de la tarde a un pueblecito de la montaña, no se si de Valencia o Alicante (España). Iba con dos amigas y después de curvas y curvas hacia nuestro destino al fin llegamos.
Entramos en un albergue con multitud de habitaciones llenas de literas. Elegimos tres, dejamos las bolsas y salimos a ver quien nos orientaba sobre lo que debíamos hacer. Iba llegando gente y gente que se unió a nosotros y a nuestra desorientación. Mucha desorganización y comentamos todos que no nos gustaba vernos tan mal atendidos.
Así estuvimos tres o cuatro horas y yo con un hambre de muerte ya que casi había ayunado durante todo el día para tener el cuerpo ligero y preparado para tomar la medicina sagrada.
A las once de la noche todo empezó a tomar forma de manera adecuada y nos reunímos con el Chamán y los organizadores en una gran sala preparada para el Retiro. Se llenó el suelo de colchones y todos nos sentamos en ellos y escuchamos con atención los consejos que nos daba Alberto Varela para tomar la Ayahuasca: confianza, abandonarnos, estar sentados la primera media hora después de la toma y varias cosas más. Mi sorpresa fue cuando recibí un aplauso de todos los asistentes en el momento que Alberto comentó que yo tenía 80 años y había venido sin ningún miedo; como siempre yo era la de más años de los treinta más o menos que éramos.
Nos quedamos ya con poca luz, el Chamán, Taita Juan Martín Jamoy se vistió con sus collares y sus plumas indígenas y empezó a preparar el brebaje. Cantaba melodías con palabras indígenas y tocaba una flauta que sonaba divina así como la armónica y sacaba unos sonidos maravillosos de un cuenco con un mazo. Yo, atenta a todo, curiosa y expectante ya no miraba a nadie de la habitación; mis sentidos estaban puestos en el ritual que acababa de empezar. El Taita fumaba y echaba el humo encima del Yagé que íbamos a tomar… decía palabras ininteligibles que a mí se me hacían como rezos y fuí la segunda en acercarme a tomar la Ayahuasca. El brebaje es amargo muy negro y espeso pero yo lo tragué sin problema.
Me senté en mi sitio y no pensé en nada, me entregué completamente a lo que quisiera expresarme la medicina. Al ratito noté mucho calor dentro del cuerpo y una relajación y un bienestar como nunca lo había sentido. Solamente eso, relajación y bienestar… Pasaba el tiempo y yo no veía nada…. me sentía un poquito frustrada dentro de mi bienestar. Oí al rato que quien quisiera podía acercarse al Taita a que le diera otra toma y ¡como no! me acerqué la primera a tomarla. Volví a mi sitio y enseguida, con los ojos cerrados, empezaron a pasar imágenes delante de mis ojos: Os voy a decir que figuras pasaron pero la interpretación que me dieron me la guardo para mi: es personal e intransferible.:
Ví muchas lianas encadenadas las unas a las otras, raices, muchas raíces y figuras hechas de lianas, cubos, mesas, ventanas…
Muchos soldados armados, muchísimos, en pueblos, ciudades, cárceles, cuarteles, camiones llenos por carreteras…
Ciudades arrasadas y muy negras, tal vez el fin del mundo, no estoy segura.
Muchas gallinas y patos y un león con melenas muy grandes sentado en un asiento de pasajeros de un tren.
Un lago con algo dentro de él, no se si personas, con una gran catarata con mucha espuma muy blanca cayendo.
Un Tsunami llegando.
Mi cerebro, el fondo, la parte primitiva de este .
Muchos círculos.
Yo mísma acostada, sentí que subía hacía el techo y la curiosidad me hizo mirar hacia abajo y me vi allí tumbada en el colchón.
Seguramente, seguro que vi mas cosas que ahora no me vienen a la mente.
Todas las imágenes las vi de una manera objetiva, no me involucré en ninguna de ellas fui una mera espectadora. No tuve emociones ni siquiera cuando pensé que estaba levitando. Me sentí muy bien, con confianza, percibía mucha energía positiva alrededor, me sentía feliz aún en un momento que vomité. Tuve algo de colitis pero me fastidiaba tener que abrir los ojos y dejar de ver cosas para ir al baño.
Todo lo que experimenté fue con los ojos cerrados, en cuanto los abría se me iban las imágenes y como me gustaba tanto verlas estuve durante casi las seis o siete horas que duró la sesión con los ojos bien cerrados. No sentí emociones sobre las imágenes que vi como os he comentado antes pero todo el tiempo me sentí en paz conmigo misma y con el mundo entero. Yo oía a mi alrededor vomitar, reír, llorar, bailar, levantarse, hablar, música, al Taita Juan Martín tocando la guitarra y cantando al yagé, pero no me molestaba nada. Yo estaba relajada y feliz.
A las ocho y media de la mañana terminó la ceremonia y yo me sentía con una energía, y la siento ahora, fuera de lo común. Ese día me quedé dormida durante una hora al final de la ceremonia pero fue suficiente para todo el día.
El Taita Juan
nos estuvo narrando su azarosa vida en defensa de las tierras y los derechos de los indígenas en la zona en la que él nació. Es médico tradicional y antropólogo y es la persona más humana que conozco. Luchó por los indígenas y sus derechos y se encontró siempre en peligro entre el Gobierno de Colombia y la Guerrilla. Las dos partes lo querían muerto. Una persona memorable por su sabiduría.